Compositor: Mark Isham (1951)
Año de composición: 2006
Fecha de salida: 2006-09-05
Discográfica: Silva Screen
Impresor: Silva Screen Records (UK)
Referencia: SILCD1221
















Tracks:

1. The Black Dahlia - The Zoot Suit Riots 2:15
2. At Norton and Coliseum
4:07
3. The Dahlia
3:11
4. The Two of Us 3:37
5. Mr. Fire Versus Mr. Ice
3:17
6. Madeline
3:06
7. Dwight and Kay 3:13
8. Hollywoodland 2:54
9. Red Arrow Inn 1:36
10. Men Who Feed on Others
4:25
11. Super Cops 2:02
12. Death at the Olympic
3:33
13. No Other Way
2:08
14. Betty Short 2:18
15. Nothing Stays Buried Forever
6:28

Total: 48:09:43



Créditos

Música compuesta por Mark Isham.
Orquestaciones de Brad Dechter, Frank Bennett y Mike Watts.
Interpretada por una orquesta de sesión de Londres dirigida por James Shearman.
Músicos destacados: Gavyn Wright (violín concertino), Mark Isham (trompeta), Jane Marshall (corno inglés) y Nicholas Bucknall (clarinete).
Orquesta contratada por Isobel Griffiths.
Grabada y mezclada por Simon Rhodes.
Editada por Ramiro Belgardt.
Album producido por Mark Isham.


Reseñas

En los tiempos que corren, parece como si el revisionismo fuese la única salida para los que aún creen en las buenas formas; pocos veteranos de Hollywood, por cobardía o resignación, se arriesgan a proponer un nuevo concepto de belleza; tienden, en cambio, a refugiarse en los precedentes para mantenerse a salvo de la basura y, de paso, a la usanza de los reyes antiguos, autoafirmarse como depositarios de la (cinematográfica) divinidad.

Pero este movimiento esencialista no es sólo una decadente forma de supervivencia (en el mito); a menudo impone una regeneración del discurso, periclitándolo hasta obtener su forma prístina. En eso consiste el revisionismo de los últimos maestros norteamericanos: en reunirse con el arquetipo, comulgando con la esencia del género para dar (heideggerianamente) con las sendas perdidas. Este ascetismo cinematográfico, por otro lado, no se lleva nada mal con la obsesión contemporánea por lubrificar ideas en desuso, a menudo con la sola excusa de la vitamina infográfica o de la cirugía formal (la arruga, ya sabemos, no es bella). Puede que el cine de gran presupuesto se haya olvidado del arte, pero se ha vuelto un fetichista del pasado: no porque reconozca en él lo que ha perdido, sino porque necesita, compulsivamente, actualizarlo, ponerlo al día.

“La Dalia Negra” es la pieza esencialista de DePalma (“Gangs Of New York” fue la de Scorsese; “Atrápame Si Puedes”, “Salvar Al Soldado Ryan” y “Minority Report” las de Spielberg; “Match Point”, la de Allen): un rinconcito decente desde donde proponer el cine como él lo entiende sin necesidad de pedir disculpas; cuando el concepto tiene este enfoque, uno no necesita justificarse; se espera que público y crítica acepten, a pies juntillas, la poética trasnochada y los lugares comunes (en este caso, Ellroy, Hammett, Chandler). De otro modo, no cabría pensar en ello.

Así las cosas, Mark Isham sólo ha tenido que destapar el tarro de las esencias y el resto ha venido rodado. El lenguaje, como era de esperar, es el diatonismo bernsteiniano, sin complicaciones expresivas (Copland, Previn y el otro Bernstein, Leonard, mediante) conjugado con el Goldsmith postelectrónico de los noventa: una mixtura del todo similar a la que cociese Grusin (otro jazzman de pro) para “La Brigada del Sombrero”, y que glosa las fuentes (Steiner, Rózsa, Waxman) con la prudente distancia de quien no quiere parecer descarado (incluso el Ondes Martenot de “Mr. Fire Versus Mr. Ice” o “Men Who Feed On Others” suena un punto remoto, para evitar el sonrojo) No obstante, en los cuarenta y pico minutos que Silva ha prensado, Isham no deja palo sin tocar, puede que estimulado por el ejercicio de transformismo (presten atención al güiro de “At Norton And Coliseum”, que frasea el ritmo seco de “Chinatown”). Si de lo que se trata es de recuperar materiales, de acudir al fondo de armario (esa inefable, melancólica trompeta negra; la rítmica afrocubana importada) y de volver a decir lo mismo en sonido cuadrafónico (excepcional la toma de Simon Rhodes en Abbey Road) y mucho más alto (la orquesta suma cien profesores), el trabajo es irreprochable.

No obstante, se nota que el director de “Scarface” no eligió a Isham por sus poderes creativos sino por su ductilidad a la hora de trabajar con materiales ajenos y absorber los códigos del noir (el raksiniano número “Madeline”, con su pronunciado legato, sugiere sexo y cigarrillos) En manos de De Palma, experto en convertir a sus músicos en versiones de sí mismos (versiones herrmannianas, diríamos: recordemos el caso Sakamoto) Isham no ha sido más que un solvente aparejador, bien familiarizado con las estructuras prefabricadas (recordemos “El Ojo Público”); un servicial oficiante dispuesto a ejecutar un agradable pastiche sinfónico que nunca conocerá la trascendencia de sus modelos. Y es que, después de haber rodado unas cuantas veces por nuestros tímpanos, al final esta fría pieza de relojería acaba esfumándose como si nunca hubiera pasado por allí. Y, en fin, a este crítico le da por pensar que, tal vez, estas resurrecciones artificiosas estén condenadas, como el monstruo de Shelley, a una vida sucedánea; a ser, en definitiva, efímeros artilugios de humo, memoria de las auténticas piedras miliares.

David Rodrí­guez Cerdán . . . . SCOREMAGACINE

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BSOSpirit
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Referencias
The Black Dahlia / La dalia negra (2006)
Película dirigida por Brian De Palma.
Interpretada por Josh Hartnett, Scarlett Johansson, Aaron Eckhart, Hilary Swank, Mia Kirshner, Mike Starr, Fiona Shaw, Patrick Fischler, James Otis, John Kavanagh, etc.